
Aprender a poner el amor incondicional entre yo y el otro. ¿Pero cómo se hace esto?
Las relaciones son el reflejo de cómo y cuándo nos hemos desconectado de nosotros mismas y de nuestro ser superior. El centro de todo universo soy yo, y lo externo es un reflejo del grado de conexión y desconexión que tengo conmigo.
Cuanto más busco fuera, más perdida estoy por dentro. Todo lo que me rodea son distorsiones de lo que mantengo en mi campo.
Hablo de responsabilidad y libertad.
Y creer que el otro me hace cosas, me va muy bien por victimizarme, por creer que yo no tengo la culpa, caer en las profundidades… desde un ego, que se cree superior.
Si estoy en una relación que no funciona, la vida seguramente lo pone delante para que yo me pregunte qué es lo que no funciona en mí. Todos somos una conciencia, una fuente. No hay mejores técnicas fuera, como preguntarme a mí misma honestamente qué creo que me está pasando a mí aquí y ahora. Observar cómo me expreso, qué creo, qué pienso de mí y qué percepción tengo de la otra persona, y qué percepción imagino que tiene él de mí, para descubrir qué ha reflejado o proyectado de mi
La verdadera relación con otro, comporta poder vivir con autenticidad e intimidad, incluyendo la dualidad (desde la luz y sombra). El amor, real e incondicional, no tiene condiciones, no cómo nos han vendido desde siempre. En el momento que puedo ver, aceptar y hacerme responsable de mi oscuridad sin juicios, puedo vivir desde el amor incondicional. Aceptando siempre mi dualidad interna.
Cuanto más me quiera con todo lo que soy, fuera también lo veré reflejado. Y así, desde el amor incondicional hacia mí, puedo mirar al otro con honestidad, humanidad, sinceridad y sin velos.
Para poder vivir una relación desde el amor incondicional, debo poder ver la perfección en el otro, y en mí primero, para poder vivir en la verdadera libertad y amor.