
Amar la vida, sentir la sangre, bailar bajo la lluvia, notar el latido del corazón… permitirme sentirlo todo en este viaje terrenal.
Sentir mi cuerpo, mis emociones, los ancestros que formaron mi genética e historia, caminar descalza … No hay mejor refugio, que mi cuerpo. ¿Qué pasa cuando puedo traspasar la mente y los pensamientos? Hay un espacio donde puedo ser yo misma, de paz, de disfrute.
Cuando te enamoras de tu vida, cuando reconoces tu paz, cuando eres auténtica y única, y estás en tu estado natural, vibras y expandes luz. Nuestro estado natural es ser amor, sanar, vibrar, sentirnos libres, vivas, seductoras …
Pero para ello es necesario crear y encontrar un espacio de silencio y conexión conmigo, para estar solo conmigo. Un espacio donde descansar, abandonarme, no ser nadie más que yo. Y reflexionar sobre qué me explico cuando estoy allí. ¿Qué me pasa por la cabeza? ¿Cómo está el cuerpo? ¿Que estoy sosteniendo? ¿Qué me gustaría ser en este momento? Y me lo concedo, porque estoy en mi espacio donde todo es posible.
Confía en la vida.
Tu cuerpo es un poema; que se lee con los ojos cerrados, que rima con toda la ternura de tus gestos, que baila con la dulzura del deseo que provoca, que hace que la lógica locura, sea la sinrazón más pura de la razón que hace perder, que convierte en frugal, el paso del insoportable tiempo de tu ausencia.
.– J. A. Márquez.